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Valladolid, Castilla y León, Spain
Graduado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte | Director de EDUVIC-Inspira tu país | Director del Programa DTD en la Universidad Europea Miguel de Cervantes | Análisis Observacional y Detección de Jóvenes Talentos en Fútbol | Deporte y educación al servicio del desarrollo humano

martes, 27 de diciembre de 2011

El éxito construido desde uno mismo

Es muy fácil el hecho de pensar que la aplicación del coaching en el deportista es un camino seguro para la consecución de las metas, ya que aparentemente estamos facilitando al deportista una mejora en la confianza y en su estado mental. A simple vista parece sencillo, dotamos al deportista de una persona a su lado que le ayude a avanzar y problema resuelto, pero, ¿qué pasa en todos aquellos momentos en los que el deportista se encuentra sólo?. En ese momento es donde entra en juego tanto el papel del buen coach o motivador, como la personalidad del deportista.

Puedes pasarte un día entero dando información al deportista para que cambie su forma de pensar y actuar, y seguramente su actitud cuando tu lo miras es la de alguien que está sufriendo una transformación, alguien cómplice de tus enseñanzas, pero nada de eso sirve si en el momento que él regresa a su casa todo esto desaparece. Por ello, no es tan importante el saber transmitir al deportista, como el tener el don de cambiar sus pensamientos y creencias, ser un verdadero líder para él.

El objetivo es formar una persona nueva, una persona que mire al futuro con otra perspectiva, alguien que no vea límites en su vida, pero no sólo eso, sino que esté realmente convencido de que no existen. Una persona que si tuviera que caminar sola el resto de su vida sin ayuda profesional no tuviera ningún problema para reafirmarse cada día en el camino del éxito, y esa es la verdadera dificultad con la que nos encontramos.

Vivimos en una sociedad dónde cada aspecto de nuestra personalidad es moldeada por la sociedad a su antojo, existiendo cada vez menos personas únicas, diferentes, que se salen del guion, pero eso no es más que la falsa creencia infundada de que debemos ser como los demás, de que si la mayoría de las personas son o actúan de una manera será porque es la correcta. Esta idea debe desaparecer radicalmente, puesto que el primer paso hacia el éxito es comprender que esas personas no tienen la suerte de conocer el poder de la mente, pero nosotros sí.

En todo momento el deportista tiene que comprender que lo que nosotros le proponemos es lo correcto, que no puede haber lugar a la duda, en caso contrario nos encontraríamos ante una pérdida de tiempo. Para ello hay que demostrarle que no nos equivocamos, que nosotros mismos estamos en la misma senda del triunfo en la que está él, que creemos tan firmemente en nuestras enseñanzas que nos beneficiamos y obtenemos unos resultados increíbles en nuestra vida, y que él ha tenido la suerte de cruzarse en nuestro camino para beneficiarse también.

El descubrir el poder de la mente, de la ilusión, le proporcionará una verdadera suerte en la vida, una suerte que hace que todo sea más sencillo, que desaparezcan las dudas, que se pueda mirar al futuro con el optimismo de aquel que no conoce imposibles, con la confianza de aquel que sabe que a lo largo del camino recogerá sus frutos.

Entonces el deportista, al encontrarse sólo consigo mismo, en silencio, apartado del ruido que provoca el entorno y las exigencias de este, sabrá que debe de estar tranquilo, que los éxitos no van a tardar en llegar, y sobre todo disfrutará de ese camino tan fascinante en el que está inmerso. Ese camino que cada día concede nuevas sorpresas que le alegran la vida, el camino del éxito que nunca más deberá de abandonar. Desde esa perspectiva la vida se ve mucho más fácil, ya que nunca esta fue difícil. Sólo se requiere ser ambicioso, positivo, tener ilusión, y tener confianza en nuestras posibilidades, la suma de todo esto se llama triunfo.