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Valladolid, Castilla y León, Spain
Graduado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte | Director de EDUVIC-Inspira tu país | Director del Programa DTD en la Universidad Europea Miguel de Cervantes | Análisis Observacional y Detección de Jóvenes Talentos en Fútbol | Deporte y educación al servicio del desarrollo humano

miércoles, 3 de julio de 2013

La complejidad en el fútbol

Sumergidos en una época en la que la importancia del factor mental en el deporte es reconocida ya abiertamente por la ciencia, y en la que el deporte comienza a ser observado desde una vertiente mucho más  global como un todo, es el momento de hablar de los denominados sistemas complejos.

Dejamos atrás aquellos tiempos en los que la ciencia ahondaba en los deportes individuales para hacer un desglose analítico de todas las fases de intervención del deportista, para adentrarnos al fin en el mundo del deporte colectivo. Este nuevo enfoque ha dado lugar a las teorías de sistemas dinámicos complejos, atendiendo a un desarrollo integral del deportista en el que intervienen multitud de factores, tanto intrínsecos como del entorno.

Pero veamos, ¿qué es un sistema complejo?  Si atendemos a una perspectiva puramente científica, Holland nos dice que: “es una red dinámica de muchos agentes actuando en paralelo, constantemente y reaccionando a lo que otros agentes están haciendo”. La necesidad de intervención ante este panorama nos la explica Luhman: “la complejidad surge cuando el número de relaciones posibles entre los elementos de un sistema crece de forma desmesurada y es necesario restringir de algún modo este espacio enorme de posibilidades”.

Por lo tanto, vamos a tratar de que los deportistas, en este caso en el deporte del fútbol, desarrollen patrones automatizados para poder elegir una opción correcta entre un amplio abanico de posibilidades, reduciendo así la posibilidad de error a la hora de ejecutar una acción. Dicho de forma más simple, vamos a enseñar a los futbolistas a mecanizar acciones para resolver situaciones inciertas.

¿Cómo podemos llevar a cabo esta mecanización? Tratando de entrenar en el día a día con situaciones de juego que exijan una resolución de problemas reales. Se debe de entrenar siempre con un hándicap que demande una rápida toma de decisiones, que haga pensar al jugador en cómo resolver esa nueva situación. Deben de ser una serie de circunstancias que un jugador puede encontrarse perfectamente en el partido del fin de semana, siempre siendo conscientes de la alta incertidumbre en el deporte del fútbol y que a veces aparecen situaciones imposibles de prever, claro está.

A priori y entendido así podemos caer en el error de decir: ¿fácil no? No es nada nuevo que no se esté entrenando hoy en día. Pues bien, debo decir que son escasos los clubes de fútbol españoles que entrenan con esta metodología desde edades tempranas en sus jugadores, lo cual genera muchísimos problemas a la hora de competir cuando los chavales se encuentran en edades de competición mucho más exigentes o intentan dar el salto a la élite.

A menudo tenemos el caso de jugadores que destacan durante toda su carrera en categorías inferiores porque son superiores físicamente o técnicamente al resto, pero que su juego se limita a acciones repetidas de superioridad sin pararse a pensar en que sucederá cuando delante tenga un rival mucho más exigente que iguale sus condiciones. Muchos jugadores ven frustrada su carrera por no saber responder a esa nueva exigencia porque nadie les ha enseñado a hacerlo. Nunca han tenido la oportunidad y no todos son cracks innatos con una mente privilegiada que no necesitan de ese aprendizaje. Al fin y al cabo, con el talento se nace, pero el crack se hace.

¿Qué implica establecer un modelo de resolución de sistemas complejos desde edades tempranas? Sacrifica resultados a corto plazo en el club y se presenta como un enfoque más a medio-largo plazo del desarrollo cognitivo del jugador, lo cual no está bien visto normalmente por dirigentes de los clubes que exigen resultados desde el inicio. Esto no es más que el claro reflejo de la expresión: “pan para hoy y hambre para mañana”, y muchos técnicos deberían de tomar nota.

La explicación a la mejora de los jugadores con la aplicación de resolución de situaciones en el marco de un sistema dinámico complejo la encontramos en la sustancia llamada mielina, que es una lipoproteína, de consistencia grasosa, que sirve de vaina o recubrimiento para las fibras nerviosas. ¿Qué sucede con la mielina? Al producirse un estímulo nervioso con un determinado gesto, su cantidad aumenta en ciertas partes del cerebro y en los nervios de los grupos musculares ejercitados, produciendo una mejora sustancial del rendimiento del “circuito nervioso”.

Esto es clave puesto que cuanto más veces se repita la ejecución de una acción, más mielina se genera en nuestro cuerpo, existiendo un impulso eléctrico mayor y de mejor calidad, dotando al deportista de mayor talento. La ciencia nos dice que al automatizar una situación de resolución de un problema de forma repetida, estaremos obteniendo un mejor futbolista. Esto explica porque a menudo los futbolistas más perseverantes y que más sacrificio demuestran son los que llegan a la élite y no otros más talentosos de jóvenes.

Por lo tanto, Si entrenamos desde pequeños a los futbolistas con unas condiciones de juego que simulen situaciones reales que pueden encontrarse en la élite, estaremos dando un gran paso para que estos dispongan de un mejor futuro y más posibilidades de cumplir su sueño de jugar algún día con los mejores.

Volviendo a los sistemas dinámicos complejos, diré que esta enseñanza desde jóvenes se debe dar siempre atendiendo a una interacción de todos los elementos presentes en el juego: parámetros físicos, técnico-tácticos y psicológicos del jugador, el terreno de juego, la capacidad cognitiva, entorno, entrenadores, amigos y familia. El “todo” debe ser “uno”, pues la complejidad no entiende de parámetros únicamente futbolísticos. El ser una estrella, el triunfo, sólo se consigue con una correcta interacción de todos los factores, y ese es un mal endémico que tenemos que erradicar en nuestro fútbol. Queda mucho trabajo por delante, pero ser los mejores y diferenciarse del resto lo requiere.