Sumergidos en una época en la que la importancia del factor
mental en el deporte es reconocida ya abiertamente por la ciencia, y en la que
el deporte comienza a ser observado desde una vertiente mucho más global como un todo, es el momento de hablar
de los denominados sistemas complejos.
Dejamos atrás aquellos tiempos en los que la ciencia
ahondaba en los deportes individuales para hacer un desglose analítico de todas
las fases de intervención del deportista, para adentrarnos al fin en el mundo
del deporte colectivo. Este nuevo
enfoque ha dado lugar a las teorías de sistemas dinámicos complejos, atendiendo
a un desarrollo integral del
deportista en el que intervienen multitud de factores, tanto intrínsecos como
del entorno.
Pero veamos, ¿qué es un sistema complejo? Si atendemos a una perspectiva puramente
científica, Holland nos dice que: “es una red dinámica de muchos agentes actuando
en paralelo, constantemente y reaccionando a lo que otros agentes están
haciendo”. La necesidad de intervención ante este panorama nos la explica
Luhman: “la complejidad surge cuando el número de relaciones posibles entre los
elementos de un sistema crece de forma desmesurada y es necesario restringir de
algún modo este espacio enorme de posibilidades”.
Por lo tanto, vamos a tratar de que los deportistas, en
este caso en el deporte del fútbol, desarrollen patrones automatizados para poder elegir una opción correcta entre
un amplio abanico de posibilidades, reduciendo así la posibilidad de error a la
hora de ejecutar una acción. Dicho de forma más simple, vamos a enseñar a los
futbolistas a mecanizar acciones para resolver situaciones inciertas.
¿Cómo podemos llevar a cabo esta mecanización? Tratando
de entrenar en el día a día con situaciones de juego que exijan una resolución de problemas reales. Se debe
de entrenar siempre con un hándicap que demande una rápida toma de decisiones,
que haga pensar al jugador en cómo resolver esa nueva situación. Deben de ser
una serie de circunstancias que un jugador puede encontrarse perfectamente en
el partido del fin de semana, siempre siendo conscientes de la alta incertidumbre
en el deporte del fútbol y que a veces aparecen situaciones imposibles de prever,
claro está.
A priori y entendido así podemos caer en el error de
decir: ¿fácil no? No es nada nuevo que no se esté entrenando hoy en día. Pues
bien, debo decir que son escasos los clubes de fútbol españoles que entrenan
con esta metodología desde edades tempranas en sus jugadores, lo cual genera
muchísimos problemas a la hora de competir cuando los chavales se encuentran en
edades de competición mucho más exigentes o intentan dar el salto a la élite.
A menudo tenemos el caso de jugadores que destacan
durante toda su carrera en categorías inferiores porque son superiores
físicamente o técnicamente al resto, pero que su juego se limita a acciones
repetidas de superioridad sin pararse a pensar en que sucederá cuando delante
tenga un rival mucho más exigente que iguale sus condiciones. Muchos jugadores
ven frustrada su carrera por no saber responder a esa nueva exigencia porque
nadie les ha enseñado a hacerlo. Nunca han tenido la oportunidad y no todos son
cracks innatos con una mente privilegiada que no necesitan de ese aprendizaje.
Al fin y al cabo, con el talento se nace, pero el crack se hace.
¿Qué implica establecer un modelo de resolución de
sistemas complejos desde edades tempranas? Sacrifica resultados a corto plazo
en el club y se presenta como un enfoque
más a medio-largo plazo del
desarrollo cognitivo del jugador, lo cual no está bien visto normalmente por dirigentes
de los clubes que exigen resultados desde el inicio. Esto no es más que el
claro reflejo de la expresión: “pan para hoy y hambre para mañana”, y muchos
técnicos deberían de tomar nota.
La explicación a la mejora
de los jugadores con la aplicación de resolución de situaciones en el marco de
un sistema dinámico complejo la encontramos en la sustancia llamada mielina, que es una lipoproteína, de
consistencia grasosa, que sirve de vaina o recubrimiento para las fibras
nerviosas. ¿Qué sucede con la mielina? Al producirse un estímulo nervioso con
un determinado gesto, su cantidad aumenta en ciertas partes del cerebro y en
los nervios de los grupos musculares ejercitados, produciendo una mejora
sustancial del rendimiento del “circuito nervioso”.
Esto es clave puesto que cuanto más veces se repita la
ejecución de una acción, más mielina se genera en nuestro cuerpo, existiendo un
impulso eléctrico mayor y de mejor calidad, dotando al deportista de mayor
talento. La ciencia nos dice que al automatizar
una situación de resolución de un problema de forma repetida, estaremos obteniendo
un mejor futbolista. Esto explica porque a menudo los futbolistas más
perseverantes y que más sacrificio demuestran son los que llegan a la élite y
no otros más talentosos de jóvenes.
Por lo tanto, Si entrenamos desde pequeños a los
futbolistas con unas condiciones de juego que simulen situaciones reales que pueden encontrarse en la élite, estaremos dando un gran paso
para que estos dispongan de un mejor futuro y más posibilidades de cumplir su
sueño de jugar algún día con los mejores.
Volviendo a los sistemas dinámicos complejos, diré que esta
enseñanza desde jóvenes se debe dar siempre atendiendo a una interacción de
todos los elementos presentes en el juego: parámetros
físicos, técnico-tácticos y psicológicos del jugador, el terreno de juego, la capacidad cognitiva, entorno, entrenadores, amigos y familia. El “todo” debe ser “uno”, pues
la complejidad no entiende de parámetros únicamente futbolísticos. El ser una
estrella, el triunfo, sólo se consigue con una correcta interacción de todos
los factores, y ese es un mal endémico que tenemos que erradicar en nuestro
fútbol. Queda mucho trabajo por delante, pero ser los mejores y diferenciarse
del resto lo requiere.
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